No…
ya no digas nada
porque se cayó la luna
sobre el pedestal de seda
que astilló mi alma…
Llegó el momento
tan vago en la tarde…
de romper lo nuestro
en ese perímetro sellado
de sequía y fortalezas,
cayéndose a pedazos
Pero ya no digas nada
corazón marchito…
que me pones triste
que tus ojos sin luz
ni esencia…
están dormidos
y los míos…
en la noche rota
seguirán heridos.
No…
Ya no digas nada
que los tiempos
se hacen agua
entre las manos
y se escurren
por los pliegues
de estos dedos
que en mi cuerpo
y sin querer…
se están muriendo!
Eileen
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