Al anochecer la penumbra te susurra,
mientras yo recojo con mis manos,
el eco de tu sombra
y los manantiales de tus aguas,
que me empapan.
Ay candor que cruzas mis fronteras
con tus ojos níveos, como los poetas...
y aquellos inviernos de escarcha cristalina,
mi dulce ecuación que fluye de tu boca al canto,
como un ósculo dormido entre mis labios,
cuando yo te leo.
Racimo de uvas en la cosecha más extensa…
íntimo el latido que te nombra en mi ciudad callada,
vertedero nocturno de todos mis desvelos,
en esa península lejana donde habitas
recostado al costado de mis sueños…
justo antes de anunciar la hora
del crepúsculo dorado de tus versos!
Para Armando Rivera,
el poeta de mis sueños
Eileen
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Que la palabra escrita...se grabe en tu pecho...y tu recuerdo en mi memoria...