viernes, 29 de marzo de 2013

Al pulso de un poeta (en 3 actos)



I
Reposo frágil
y converjo
con ese leve eco
de la voz callada,
que dejó en mi alcoba
la mística presencia
de tu alma

abajo en la ventana
se cuelan los sentidos
con aroma a otoño
y un poco de lluvia
que se escurre
lentamente…
en mi ciudad callada

la noche se desviste
y yo la miro intensa,
bajando por tus curvas
de siluetas negras
y desciendo
como un beso,
que fugaz…
te evoca al desbordar la vida

II
Inquieta,
emana mi locura
como un aprendiz desnudo
despojando una caricia…
y empieza a versar la luna
en tu boca húmeda
-que tibia-
se me enreda

y tiemblo a tu vereda
como las magnolias,
que florecen blancas
colgando de tus brazos,
y de mi cuello largo
se aprietan los sentidos
que germinan en mis poros
la cálida dulzura,
de tu existencia

y sin querer decirlo
emito el nombre
de aquel que lejano…
deshiló mis noches
en vallados apretados
a la orilla del camino,
antes de cruzar la aurora
y volver de prisa,
con las manos llenas
de memorias olvidadas
queriendo repetir la historia

II
Se me acabó la noche
y mis rodillas se doblaron
cuando caí de golpe
sobre el pasto enmudecido
por la huida intensa de los grillos
y las cigarras,
que mudaron sus alas
al apagarse las estrellas
en esos cielos nuestros
que perdieron su horizonte
el borde de tus labios

y la erosión de la tierra
derramó sus aguas…
y las aves emigraron
del norte hacia los mares,
en esa volátil intuición
-de la nostalgia-
que a veces contradice
la razón de los sentidos

Esos que habitan en la mente,
cuando nada nos contiene,
y llegamos a pensar
…casi seguros…
que lo único que importa
es la locura,
develada en los silencios
de una noche en el desvelo
que quiere dormir ceñida
a las sombras de tu alma
agonizante a mi costado!

Eileen

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