Con ese encaje de luto y el velo de mis pupilas negras, murió la noche bajo el crepúsculo dorado de tu rostro que cenizo y apagado se vistió de luna entre la seda salpicada de tus labios y el ajuar divino que escurrió sin prisa como una lágrima perdida aquí en mis ojos…en esa despedida donde muere un verso y anidan golondrinas, en tu pecho herido de lamentos y el mío de despechos, bajo el péndulo que avanza con las horas, de aquel viejo reloj colgado en la pared desnuda de tu casa y de la sombra débil que se arrastra en los pasillos de tu ausencia!
Eileen
Que excelente y bellísima prosa amiga. Eres tan atrapante con tus letras. Te admiro y me encantas con tus obras. Un abrazo, Paty
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