sábado, 28 de abril de 2012

Azorada





Y en esta vieja mezcla entre el tiempo que no vuelve
y tu pasado repitente...
(habita mi locura) 
esa que te mira de frente en ese reloj sin horas 
que se cayó a pedazos y me partió las manos 
…tantas veces como sujetarte quise…
en el rocío que lloraba madrugadas
en los sórdidos espacios de un desvelo


Y es que el tiempo sabe vengarse
de la sombra estéril como vástago inerte
(en los campos talados de la vida) 
donde las ramas se desprendieron
malheridas de los bosques,
que se apretaron en las aguas frías…esas…
que llevaron sus calaveras de madera,
que cortó sus venas y la savia se escurrió de pena
por los techos malgastados de aquel pueblo olvidado,
donde a solas se murió la noche desquiciada
en tu conciencia


Y se escuchó el gemir del alma,
como una mujer encinta que lleva en el vientre tu historia,
simiente maltratada de recuerdos vagos,
dando a luz con ese grito de nostalgia,
…el dolor más indecible...
por no tenerte cerca y habitar en tu morada intacta
…como cuna donde aguardan nuestros sueños


Y sin prisa ni medida,
me colgué como un harapo de los cortinajes viejos,
porque aunque verte quisiera entre los cristales lluviosos
de una ventana rota y azotada por los vientos,
no basta con asomarme al abismo de tus ojos negros
(ni a los míos)
inundados de este llanto nuestro,
que se escucha en un lamento eterno, 
cuando grita el viento en el manglar de tus silencios!


Y azorada te descubro en las secuelas
de una memoria agrietada y mi vecina -la demencia-
me habló de tus virtudes, (como así de tus desgracias vanas) 
y del vértigo constante de tu sombra que deambula
en los rincones más oscuros de tu rostro,
que me mira como impávido y siniestro…
en la lúgubre sonrisa entrecortada y retorcida de tu boca,
esa boca que en soberbia ensangrentó mis labios,
bebiendo la mudez de mis silencios
y anulando la palabra sacra que murió en tus besos!


Y así…sobreviviente a tu pasado…
me arrastro por los gélidos pasillos que desangran
y llego hasta mi casa, donde ahora habita la nostalgia,
la pena y la desgracia de quererte siempre,
donde cuelga en las paredes rasguñadas -
la agonía- y ese olvido inerte…
que espera ser tomado como espada ya afilada 
y cortar la soga interna que sujeta como daga,
para escapar de aquella sombra negra
que tiene la fragancia eterna y mancillada 
de tu alma!


Eileen

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